El agua cae relajando su cuerpo. Tibia, agradable.
Ahí está, encima del marco inferior de la ventana.
Las patas hacia arriba, las alas mojadas pegadas a la superficie blanca. No
puede moverse aunque lo intenta agitando las patas desesperadamente.
Es una molesta mosca.
Sí, está sufriendo. Lo mejor sería aplastarla
para que dejara de hacerlo. Pero ¿con qué? Con el dedo por supuesto que no.
Pero ¿con qué?
No se merece que salga de la ducha mojado para
coger un trozo de papel higiénico y aplastarla.
Son muy, muy molestas.
Pero es su condición, ellas no tienen la culpa.
Las han hecho así.
Termina de disfrutar del remoje matutino y
sale de la ducha. Ahí, en el mismo sitio queda la mosca.
No son los únicos seres molestos que existen.
Piensa en la condición de otros seres humanos: criminales, defraudadores, asesinos, pederastas, acosadores, terroristas, corruptos..., son mucho más molestos y nocivos que esa mosca.
¿Se merecerían ellos un tratamiento mejor?
Aparta su mente de ese pensamiento. No merece
la pena.
Son pensamientos matutinos y absurdos en la
ducha.
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