martes, 8 de mayo de 2012

El palo


     
Había un palo, tieso, alto, clavado en el suelo, con forma cilíndrica irregular, de unos cuatro centímetros de diámetro, era de color marrón claro y su superficie era suave aunque no perfectamente pulida.

Había gente a su alrededor, todos miraban hacia arriba, era un enigma porque el palo se perdía en una nube gris de forma que no se veía su final.

Estaba asentado en una gran llanura amarillenta, enorme. Solo se veían suaves montañas a lo lejos, contra el horizonte sureño. Y no debían ser tan suaves porque sus picos estaban todos manchados de blanco. Al norte estaba el poblado lleno de chozas de ladrillo rojo, desiguales en su forma aunque iguales en los materiales de construcción utilizados.

Los niños eran los que se mantenían más cercanos al palo tocándolo tímidamente primero y empujándolo y haciéndolo cimbrearse más tarde.

De repente, una mujer no demasiado corpulenta se adelantó y decidió trepar por el palo. Era morena de pelo y tez con cabellos muy largos y aspecto descuidado. Al principio le costó poco, pero luego cada vez más ya que el palo se doblaba con su peso haciendo que la ascensión le resultara muy incómoda. El palo comenzó a cimbrearse hacia un lado con el peso de la mujer, pero seguía sin verse su final. La parte de arriba del palo se puso casi paralela al suelo, pero no del todo, ya que se veía que muy lejos, muy lejos, el palo seguía finalizando entre las nubes. La muchacha comenzó a caminar sobre el palo como si se tratara de una funambulista.

La gente seguía mirando atónita, sin pestañear. Comenzaron a sentarse en el suelo y a sacar la merienda unos, el aperitivo otros. Gambas cocidas, fabes con gambones, lentejas a la plancha. Los papás comenzaron a preparar a los niños los consabidos bocadillos de cigalas, de merluza con cebolla y sobre todo los que más éxito tenían entre los niños, los de paella de naranja y chorizo.

En un determinado momento un tren atravesó el placido valle muy cerca del palo. La gente se sobresaltó en un primer momento pero enseguida comenzaron a aplaudir alegremente mientras duró su paso, o sea, muy poco.

La chica, de repente, a lo lejos, casi ni se la veía, consiguió introducirse dentro de la nube. Y fue justo en ese momento cuando la nube se diluyó y desapareció repentinamente y todo se llenó de la luz del sol y se vio como el palo se perdía en el horizonte sin poderse ver su final.

Después de todo quedó un bonito día.
     

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te aseguro Álvaro que yo no era. Nunca he sido capaz ni de subir a un árbol, jejeje.

La paella de naranja me ha desatado las ganas de comer. Ummm ... debe estar rica y más para mí que no me gusta comer animalitos.

El bocadillo de cigalas me causa muchas interrogantes ¿cuándo las pelan?

Lo importante es la fantasía que tú tienes y que el día finalizó lleno de luz. Un mensaje de esperanza en medio de esta incertidumbre que vivimos.

Sigue deleitándonos con tus escritos personales. ¡Me encantan!

Abrazos.
__mag__