Atravesaron la puerta del concesionario. Durante
los últimos días habían recorrido tres o cuatro sin éxito. Unas puertas
mecánicas totalmente acristaladas daban paso a la amplia exposición de coches,
a la derecha y al fondo había cuatro mesas altas, redondas, de metal y cristal,
rodeadas de taburetes también altos, tapizados en piel gris y con respaldo de
acero, todo era diseño puro. Predominaba el color blanco en suelo, techo y
paredes, acompañado de amarillo y gris claro en unas exactas proporciones.
Mientras se dirigían hacia la mesa del fondo,
Julita y Raúl tuvieron un presentimiento, esta vez todo iba a ir bien.
Cualquier otra pareja que hubiera pasado por las mismas circunstancias se
habría rendido, sin remisión. Ellos estuvieron a punto de hacerlo si no hubiera
sido por su habitual determinación. Qué difícil es soportar el insulto de la
ignorancia de aquellos vendedores de concesionarios convertidos en personas
bajas, groseras y despreciables que les expulsaron de todos ellos entre risas e
insultos. Nunca se habían sentido tan humillados.
Después de unos minutos de espera, se les acercó
un señor bien vestido, con traje azul marino, camisa blanca y corbata granate.
Si no fuera por las sienes canosas, su pelo demasiado largo y peinado hacia
atrás y su no disimulada barriguita hubieran pensado que tenía menos de
cuarenta años.
El vendedor les saludó muy afectuosamente y les
preguntó qué podía hacer por ellos.
-
Mire, dijo Raúl, tenemos por
primera vez en nuestra vida la oportunidad de tener un biplaza descapotable,
ninguno de nuestros cinco hijos viven ya en casa, son todos independientes
económicamente, la última se casó hace diez días con el cónsul de Senegal.
Tenemos, además, la posibilidad económica de hacerlo y estamos hartos de
monovolúmenes con pistón de la trócola mecánico. Así que queremos comprar un
coche molón, biplaza, con faros abatibles, tapicería de piel de búfalo,
descapotable de techo duro y lo más importante: pistón de la trócola
electrónico. Cualquiera de las cosas anteriores podríamos discutirlas, pero el
pistón no, tiene que ser electrónico.
-
Muy bien señor, tengo lo que
necesitan, me alegra encontrar a alguien que valore este tipo de cosas. Por
favor síganme hasta la exposición para enseñarles el modelo FX24Z que además
dispone de zutón retráctil.
De repente, al levantarse del taburete, el
vendedor tropezó con la pierna de Raúl y por no pisarle hizo una maniobra
ridícula en el aire con la mala suerte de perder el equilibrio, caer de espalda
y darse con la nuca en el respaldo de la silla de atrás.
El vendedor quedó tumbado boca arriba con las
piernas hacia un lado y los brazos retorcidos, en una posición absurda. Una
gran mancha de sangre debajo de la cabeza ensuciaba el blanco inmaculado del
suelo.
Julita y Raúl no supieron qué hacer. Estaban
nerviosos y asustados. Julita se puso de pie y con mucho cuidado se dirigió
hacia el cuerpo arrodillándose delante de él, acercando sus labios a los del
vendedor.
-
¡Julita! ¡Qué vas a hacer! No soy
celoso pero…
-
No seas tonto churri, ¿no ves que
voy a hacerle el boca a boca?
-
¡Pero si está muerto! Hay un gran
charco de sangre que sale de su nuca.
-
¡No jodas Raúl! ¡Ni que fueses
médico! Yo a este le revivo para que nos venda el coche mañana mismo. No estoy
dispuesta a recorrer ni un concesionario más. Por fin encontramos a uno que no
se descojona y tiene lo que pides y... ¿se nos va a morir? ¡Ni de coña!
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