jueves, 22 de marzo de 2018

La imposible quietud


(Primera aventura de Pensamiento)

Pensamiento salió a pasear, esta vez decidió hacer running, quería ser transgresor y pensó que podía comenzar así, pero claro, no quedarse ahí, transgredir algo más. Intuía que no iba a ser fácil pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera para conseguirlo.

Nada más salir de casa se encontró a la bella Apariencia, a la que saludó con un “buenos días”. Se dio cuenta enseguida que ella tenía mucho más fácil ser transgresora. De hecho lo era, incluso más, se temía, de lo que la realidad insinuaba. Colores, curvas, picos, peinados, ropa, gestos, movimientos… todo lo tenía de por sí sola si así lo quería, pero además con la ventaja de que podía ser puro fingimiento… o quizás no. Se podía permitir el lujo de engañar, porque no tenía ningún compromiso con la señora Realidad. El caso es que le gustó darse cuenta de ello y le dio cierta envidia, le hubiera gustado ser su vecina, vivir al lado de la dulce Apariencia. Es más, convivir con ella. Bueno, después de pensarlo bien, en realidad no. A Apariencia le regañaba mucho su tía, la señora Personalidad, y eso no le gustaba, nada. Personalidad era muy suya para sus cosas y algunas veces se pasaba con su sobrina, sin motivo aparente, solo por cuestión de estados de ánimo. Sus broncas se oían con frecuencia desde la calle y a él le avergonzaba mucho escucharlo.

Continuó corriendo, el día era bonito, soleado. Era primavera y en mitad del camino había florecillas silvestres. Pensamiento iba con mucho cuidado para no pisarlas y acabar con su vida. Pero de pronto se dió cuenta que quizá eso sería una forma de transgresión, de las pocas que estaban a su alcance. Dió muchas vueltas a esta posibilidad sin llegar a decidir realizarla. Pensaba que, si se enteraban, sus amigas Conciencia y Consideración se enfadarían con él, y con razón. Además sabía que su prima Educación estaba por allí cerca y además de echarle un buen rapapolvos, se lo contaría a su madre, tía Inteligencia, y eso ya sería una hecatombe, lo peor. Se imaginaba a su tía y a la señora Razón y yendo a verle a su casa para ponerle un castigo ejemplar, algo que ni él ni el vecindario entero pudiera olvidar. Lo desestimó.


Así que siguió su camino. Decidió pasar a ver a su amiga Determinación, que tenía un puesto en la calle más pobre del barrio, donde vendía trozos de si misma a precios populares. La encontró muy ocupada, tuvo que esperar un buen rato para cruzar con ella unas palabras. Le contó que estaba cansada, pero sobre todo muy enfadada, porque el señor Miedo la estaba haciendo trabajar mucho, cada día la enviaba más gente a su puesto, curiosamente gran parte de ellos provenían del taller de la Doña Desesperación. Aguantaría mientras tuviera fuerzas, resistiría todo lo que pudiera, estaba convencida que tendría más fuerzas que Miedo. 


Por su parte Pensamiento le contó su fuerte deseo de transgredir y las dificultades que pensaba que iba a tener para conseguirlo. Determinación le preguntó si estaba seguro de qué significaba “transgredir”, porque, a ver si después de tanto esfuerzo, al cabo de un tiempo se daba cuenta de que no sabía lo que era. Finalmente le dió muchos ánimos para que no cejara en su intento.  


Un buen consejo, pensó Pensamiento, y se fue directo hacia la biblioteca del barrio, donde estaba seguro de que iba a encontrar al señor Conocimiento. 
Le encontró sentado en su silla recogiendo las cosas de la mesa. ¡Hola Pensamiento! ¿Qué haces por aquí? Me has pillado yendo a almorzar a la churrería de mi sobrina Alegría, voy a tomar un café con porras, si quieres te invito. Muchas gracias señor Conocimiento, estoy haciendo running y no me sentarían bien, pero le acompaño porque tengo que hablar con usted de un asunto muy importante para mi.

Por el camino a la churrería le preguntó por el verdadero significado del verbo transgredir.

  • Muy fácil me lo pones, mira, transgredir significa exactamente quebrantar un precepto o una ley. Y además, que sepas, que también se puede decir “trasgredir”.
  • ¡Uy! -dijo Pensamiento-, entonces es algo muy malo
  • No tiene porqué -dijo el señor Conocimiento-.
  • No entiendo, ¿me lo puede explicar?
  • Pues en realidad sí, pero preferiría que te lo explicara la doctora Sabiduría, que lo va a hacer mucho mejor que yo. No quiero influirte negativamente con una mala explicación.
  • Bueno, vale, -dijo un poco enfurruñado Pensamiento-, lo malo es lo difícil que es encontrar a la doctora Sabiduría, pero en fin, es importante y lo intentaré.
  • Ya se oía un fuerte murmullo y una alegre música, estaban llegando. El local estaba lleno ya que muchos, después de pasar por el puesto callejero de Determinación, se iban a la churrería de Alegría. Todo el mundo estaba feliz con sus porras y sus churros, unos mojando en chocolate o café y otros a palo seco o con un poco de azúcar blanca. Allí se quedó el señor Conocimiento dialogando con la señora Ciencia mientras Pensamiento seguía su camino.

El día seguía soleado y los árboles giraban sus hojas hacia el sol para enseñar el más bonito y brillante de los verdes. A pesar de su creciente preocupación seguía contento, se aproximaba hacia la zona industrial del barrio.


Pasó por delante del taller donde trabajaba su amiga Solidaridad, pobrecilla, cómo la quería, siempre preocupandose y ayudando a todo el mundo. No podía entender que hubiera tanta gente que la tratara tan mal. La gente, en general, tenía muy poca memoria y enseguida se olvidaba de todos sus favores. Pero lo peor era la amplia tribu de seguidores de esa nueva religión promovida por el profesor Egoísmo, el “Individualismo Exclusivista”. En fin, tenía que haber gente para todo. Pero le apenaba ver como su amiga Solidaridad no era reconocida y querida por todo el mundo, solo los deudores de la señora Necesidad Apremiante la querían y la valoraban.


Cuántas veces habían jugado juntos, de niños, Amistad, Lealtad, Solidaridad y él. Qué buenos recuerdos. Qué felices habían sido. Ahora ya de mayores la vida se había vuelto dura para todos ellos. Pero seguían compartiendo un enorme cariño. Juntos todo era más fácil. Casi todas las semanas quedaban en el puesto de la señora Determinación para charlar y cargar un poco las pilas. 


Un poco más adelante pasó por delante el basurero de la señora Envidia. Cada vez tenía más clientes, eso decían. Era difícil de demostrar porque todos sus clientes trataban de ocultar como dejaban sus actos y se llevaban argucias nuevas.


Más tarde, por fin, llegó a su primer destino, la tienda de los hermanos Fantasía y Auxilio. Eran muy distintos y en su tienda había artículos de lo más dispar. Dragones, viajes interplanetarios, animales parlantes junto a respuestas, aparatos para acompañar y hablar con la gente, donaciones, intervenciones quirúrgicas, en fin una amalgama de artículos raros.


Pensamiento iba en búsqueda de una respuesta. Era muy importante para él asegurarse de que realmente transgredir no siempre era malo. Pensaba que Don Auxilio podría indicarle dónde encontrar a la doctora Sabiduría y salir de dudas.
Buenos días señor Auxilio.



  • Buenos días Pensamiento.
  • Necesitaría una respuesta, no se si la tendrá.
  • Bueno, pues dime la pregunta, a ver si puede ser.
  • ¿Donde puedo encontrar a la doctora Sabiduría?
  • Ahh, déjame buscar, a ver si la encuentro -y se metió en la trastienda-
  • Sonaron muchos ruidos, movimientos de muebles, giro de ruedas, golpes… Al cabo de un rato salió todo contento.
  • Ya está, la encontré, durante las dos próximas horas va a estar en los grandes almacenes firmando ejemplares de su reciente libro.
  • Oh. Muchas gracias señor Auxilio, no sabe cuánto le agradezco. Dígame por favor cuanto le debo.
  • Ay pensamiento. Nada. Es un placer ayudar a alguien como tu. Siempre me tiene dicho mi esposa Generosidad que a la buena gente nunca le cobre nada, que les diga que aquí estamos y que nos gustaría que vinieran a vernos de vez en cuando. Hay veces que nos sentimos muy solos.
  • Así lo haremos señor Auxilio. Pronto vendré con mis amigas Solidaridad, Amistad y Lealtad. 

Pensamiento continuó corriendo, ahora ya mucho más contento porque sabía cómo encontrar a la doctora Sabiduría.















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