Estoy leyendo la novela de Almudena Grandes "Inés y la alegría" y me alegro mucho de leerla porque, aunque no me parezca una novela redonda, me gusta, me está gustando.
Escribe sobre una parte de la guerra civil española que yo desconocía en gran medida, de los comunistas españoles que se exiliaron en Francia y tambien algo sobre los que no se exiliaron.
Cuenta detalles que me interesan porque son parte de la historia de mi pais, esos seres humanos exiliados en el sur de Francia, tan cerca y tan lejos, luchando contra el desarraigo. De hombres y, sobre todo, claro, siendo Almudena Grandes, de mujeres. Mujeres humanas y fuertes, personajes bastante bien definidos.
No sucede, en mi opinión, lo mismo con los hombres. En bastantes casos, los personajes masculinos no me "cuadran", no me parecen reales, no entiendo a veces sus reacciones.
Pero la novela es sobre todo de seres humanos, personas, que desean volver a su normalidad y no les dejan, no pueden, son juguetes en manos tanto de sus enemigos como de los que aparentemente les apoyan. Y, claro, sufren, porque, como seres humanos, son frágiles en sus sentimientos. Los que no son frágiles, los duros, perversos, crueles, son los que les hacen sufrir.
Hay un apunte que me impresiona porque me ha parecido totalmente factible y por lo tanto terrible. En la ficción, los protagonistas invaden unos kilometros de España, por los Pirineos, en la provincia de Lerida, en el Valle de Arán, en otoño de 1944, cinco años y pico después de terminada la guerra y se encuentran con que en los pueblos hay tres tipos de gente:
1.- Los adictos al regimen de Franco.
2.- Unos poquitos resistentes, que se cuentan con los dedos de una mano.
3.- Una gran mayoría de seres asustados y sin voluntad que actúan como zombies.
Es el resultado de la represión, del maltrato físico y psicológico.
Qué horrible.
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