En algunos ambientes de determinadas sociedades la lealtad es un valor en retroceso, aunque en honor a la verdad habría que decir que siempre ha habido desleales, se puede ver fácilmente en los libros de historia.
En esos mismos libros se puede encontrar que los personajes leales no sólo han contribuido al éxito del personaje objeto de su lealtad, sino que también han conseguido que triunfen o perduren causas importantes y positivas.
Gracias a ella en los peores momentos de la vida el mundo continúa siendo un lugar en el que merece la pena vivir. Gracias a ella y a otro valor del que hablaré otro día llamado solidaridad.
La principal característica del leal es que no traiciona, ni deja en la estacada, ni se olvida de las personas que quiere. Todo lo contrario.
Les respeta y ayuda, no solo en los buenos momentos en los que todo marcha bien, sino también en los difíciles y duros. Apoya sus posicionamientos o sus comportamientos y si esto no es posible, les critica directa y abiertamente pero de forma constructiva y privada.
La lealtad no solo es aplicable a alguien más poderoso, sino también a los iguales y sobre todo a los más débiles, los que más ayuda y apoyo necesitan.
Se puede ser leal con individuos, con grupos e incluso con actitudes y formas de ser.
La lealtad es inherente a la amistad y al cariño, es imposible una amistad real y verdadera sin lealtad y no se puede ser desleal a alguien a quien se quiere.
En las relaciones con la gente que quiere, el leal es un ser moralmente limpio, su comportamiento es habitualmente recto y sano y siempre impera en él la verdad y el cariño.
... o algo así.
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