Caminaba por la calle, muy cerca de las fachadas de los edificios, su ritmo era lento, reposado, seguro... Pero era porque estaba hastiado, no tenía ganas de nada, fuerza si, pero no apetencia. Desde hacia bastante tiempo todo era distinto, tenía interés, si, pero siempre por un numero limitado de cosas, siempre las mismas y ninguna de ellas le dejaba satisfecho, aunque solo fuera un rato.
Era un sentimiento pequeño, ligero e íntimo que por el momento no le producía desazón. Es más, esperaba que se le pasara y que nunca se la creara.
Sin embargo su estado de ánimo era sereno, como siempre, era difícil que esto cambiara. Pero hubiera preferido tener un carácter mas apasionado, cabrearse, pelear acaloradamente por las cosas que deseaba, no tener miedo a expresar su deseos y sus sentimientos, ser como un volcán siempre a punto de explotar, explotar si era preciso, ... y no era así, no por timidez, ni por miedo al ridículo, sino por un extraño, y en gran medida coercitivo sentido de la buena educación.
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