Qué triste. Tantos años y tantas generaciones para conseguir unos pocos derechos laborales y ahora vienen éstos y en un par de meses nos hacen retroceder más de 40 años.
Deberíamos hacer algo, ¿no?
Bueno, también podemos quedarnos esperando tranquilamente, sentados en un sillón, viendo Tele5, a que nos impongan la próxima reforma…
Una reforma equilibrada
Isaac Rosa – Comité de Apoyo de ATTAC España
Yo que los defensores de la reforma laboral no insistiría tanto en que es una reforma “equilibrada”. Desde el viernes, miembros del gobierno y del PP, líderes empresariales y tertulianos afines, cada vez que ven un micrófono cerca y sin que nadie les haya preguntado por un posible desequilibrio, repiten que es una reforma equilibrada. Yo que ellos variaría un poco el argumentario, porque si todavía queda algún trabajador con dudas, va a acabar mosqueándose ante tanta insistencia en el equilibrio.
Evidentemente la reforma laboral es cualquier cosa menos equilibrada. Y no por desequilibrada: más que eso, es desequilibrante. Busca quebrar el más que precario equilibrio que todavía pudiese quedar en algunas empresas en la relación de fuerzas entre trabajadores y empresas. En las que aún quedase equilibrio, insisto, porque en la mayoría ya la crisis, con la presión del paro masivo, había roto en pedazos una relación que nunca había sido de igual a igual, pero al menos no era tan desproporcionada como ahora.
Porque todo aquello que hoy nos presentan como privilegios, regalos o antiguallas (la indemnización por despido, el convenio colectivo, las garantías legales, la tutela judicial) han sido durante mucho tiempo los contrapesos que compensaban más o menos (casi siempre menos) unas relaciones que, si se diesen de tú a tú, el trabajador a solas con el empresario, serían un puro abuso.
Por si alguno todavía tiene dudas, ahí va la reforma laboral en formato tuit: desde ayer pueden despedirte fácil y barato, bajarte el sueldo, incumplir el convenio o, si estás en paro, hacerte un minijob, un contrato de formación aunque te asomen canas, o despedirte al año sin indemnización. Y esto es sólo el comienzo, la letra mayúscula, que nunca el BOE había necesitado tanta lupa.
Y no se quejen, que podía haber sido peor: ni reducen las vacaciones, ni aumentan la semana laboral, ni obligan a ponerse en pie cuando entre el jefe. Esas medidas las reservan para la siguiente reforma, la que harán si comprueban que no somos capaces de montar una protesta a la altura de su ataque.
Artículo publicado en Público
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