Otra vez el Metro de Madrid, otra vez la línea nueve. Un ruido ensordecedor no me deja escuchar la música de Nigel Kennedy, violinista clásico y de jazz. Son las ruedas de los vagones chirriando sobre los raíles.
En el banco de la derecha del mio, sobrepasada la puerta del vagón, hay una chavala como de veintitantos que nada mas entrar ha utilizado su pintalabios y ahora lee concentradamente un libro. Pelo liso recogido en coleta, gafas, abrigo y botas altas.
Justo frente a ella una señora de unos cincuentaytantos lee un periódico, El País, la última hoja. Va de negro y no debe ser muy alta. Gesto anodino y sombrío, como el de la chavala, pelo liso y moreno.
Serenidad y poca gente en mi vagón, desde hace ya un rato escucho sin problemas a mi violinista.
Acaban de anunciar la estación de Estrella. Miro al frente y veo a un hombre negro que está leyendo un libro. Va muy bien maqueado, cazadora negra, vaqueros y un aspecto súper limpio. Ha debido de entrar en una estación intermedia sin que me fijara.
Me doy cuenta de que en este vagón no solo hay serenidad, también hay lectura. Es un vagón culto.
Esto último lo estoy escribiendo ya fuera del vagón, puesto que he llegado a Sainz de Baranda y tengo que hacer transbordo. Pero no, me he equivocado, no es en esta estación donde tengo que cambiar. Joooder otra vez me he despistao. Así que bajo de nuevo al andén después de haber subido dos tramos de escalera. No tengo arreglo, estas cosas me molestan bastante.
Me siento en un banco a esperar al nuevo tren. Llega uno, pero va en sentido contrario. Noto un olor agradable, debe ser la colonia de la señora que esta a mi izquierda. Es bastante mayor, pelo blanco y muy bien arreglada y conservada. Llega el tren, se levanta y noto el aroma con más intensidad, sí, era ella.
Entro al vagón y me voy hacia adelante para sentarme en los asientos laterales que miran al centro. Alrededor de la puerta por la que entré están los asientos que de dos en dos miran alternativamente en el sentido de la marcha y en el contrario. No me gustan esos asientos, hay muy poco espacio para las piernas.
Espero que no me pase de estación, seria lo último, otro despiste... No me pasará, iré concentrao a tope.
Cada vez hay mas gente que lee libros en el metro, o eso parece.
Llegué a Núñez de Balboa, ahora si, es la mía.
Al bajarme del vagón dos señoronas a mi derecha y una chavala a mi izquierda, que intentan entrar, se ponen nerviosas y compiten para cerrarme el paso y no dejarme sitio para salir. Yo acojonao por su fuerza y vehemencia me quedo quieto, sin moverme, pero incomodando todo lo que puedo su acceso al vagón, un poco en plan cabroncete.
Cuando ya han pasado las tres, las miro a la cara con indisimulado animo de provocación, como diciéndolas "ya os vale". Ni puto caso, ni me miran, pasan absolutamente de mi.
Salgo del vagón, se acabó el álbum de Nigel Kennedy, me he quedado sin música, tengo que poner uno nuevo, espero que me inspire tanto como este.
Tengo que dejar de escribir. Me pongo a cambiar la música en el iPod, estoy en pleno transbordo, en un largo túnel de unos 75 metros con cinta transportadora para los viajeros. Elijo a Jamie Cullum, The Pursuit, también jazz.
Ya he llegado al andén de la línea cinco, llega un tren, pero va en sentido contrario al mío, siempre me pasa eso. Un cartel anuncia que el que voy a coger solo circula hasta Canillejas, a mi no me afecta. Bueno, no me afecta por esta vez, pero vaya mierda de servicio. Aunque según la Espe es el mejor metro de Madrid, jejeje. Hay que joderse!!!!, se va a morir de vieja siendo aun presidenta de la CAM.
Llega el tren y entro en un vagón en el que no hay ni un solo asiento libre, voy de pie. En los dos bancos de mi derecha, enfrentaos, hay ocho personas, cuatro en cada banco. Ganan los móviles, dos. Después una revista y un periódico. El resto van sin nada, mirando al infinito con más o menos concentración. Seis mujeres y dos hombres, ahora solo uno porque el otro, con bigote, acaba de levantarse y salir por la puerta.
Este Jamie, de jazz poco, en esta canción canta como los antiguos grupos de la New Wave tipo Depeche Mode ó Human League que tan poco me gustaban y que siguen sin gustarme nada, nada y nada.
Tengo calor, la gente tiene cara de cansancio, es tarde, sobre las nueve menos cuarto, hoy no me va a dar tiempo a correr cuando llegue a casa. En fin, que se le va a hacer. Me da muchísima pereza pero me vendría muy bien, me deja relajado y tranquilo. Bueno, ya veremos.
Me aproximo a mi destino, Ciudad Lineal, parece que este Jamie Cullum canta ahora algo mas parecido a jazz. Dejo de escribir en este instante, cierro las Notas del iPod y me dispongo a pasar frío hasta llegar a casa. Hasta otro momento.
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