Esto evidentemente no es mío, lo ha escrito Baltasar Garzón en un libro llamado REACCIONA en el que lo hace junto a otros personajes con inquietudes sociales. Cada uno un trocito de una amarga situación.
Pero a pesar de su dureza, siento tener que decir que apoyo casi todo lo que está escrito. Prácticamente todo. Puede haber mas diferencia en lo relativo a intensidad que a contenido. En algunas partes yo sería aun más intenso.
Cuanto más lo leo, más despacio lo leo y más cuenta me doy que es absolutamente necesario que TODOS nos quitemos la venda de los ojos. Vivimos tiempos peligrosos pero en los que aun podemos reaccionar, luchar por nosotros y por nuestros hijos, por la humanidad. Dentro de no demasiado tiempo, todo puede estar irremediablemente perdido.
Los que hayáis entrado aquí, posiblemente por error o por azar, por favor leedlo despacio. No os digo que lo saboreéis porque uno no se puede deleitar con algo tan amargo, pero no dejéis pasar la oportunidad de intentar ser críticos y comprobar cual es vuestra opinión, porque la tenéis, la tenéis que tener.
Os lo ruego, no os pongáis la venda delante de los ojos. Para REACCIONAR primero hay que TOMAR CONCIENCIA.
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Alguien ha dicho que nos ha tocado vivir los tiempos de la vergüenza, la mediocridad y la renuncia.
Vergüenza, por el abandono de los principios que nos deberían ayudar a afrontar y superar los retos de una crisis económica fabricada por un capitalismo rampante, prototipo de la corrupción política y económica alineada con la libre evolución de los mercados y la incompetencia de unos lideres políticos y responsables económicos más atentos al aprovechamiento personal y corporativo que al servicio publico y progreso social al que, respectivamente, se deben.
Mediocridad, porque se ha desarrollado una visión alicorta de la situación política, social y económica en la que todos tratan de destruirse escupiéndose necedades a la cara, pero olvidando tomar decisiones consensuadas en beneficio de los ciudadanos. El interés inmediato es el interés del poder, pero sin una idea clara de qué hacer con él más allá de la simple detentación del mismo.
Renuncia, porque culpablemente, todos, en un escenario de corresponsabilidad, estamos consintiendo y propiciando esa situación sin desarrollar una exigencia firme, sosegada y definitiva de rendición de cuentas a la sociedad y sin participar para que la situación cambie. Se ha cedido de forma definitiva a la acción de los que siempre detentan el poder real en una sociedad galvanizada y adormecida a la que cada vez más se le restringe el protagonismo en la esfera de los acontecimientos que la afectan y marcan su destino. El conformismo ante lo inevitable se ha convertido en la regla, cuando en realidad debería ser esa misma sociedad civil la que quebrara la inercia impuesta arteramente por los partidarios de que la situación no cambie.
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Frente a todo esto es preciso REACCIONAR y llamar a las cosas por su nombre.
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