Va caminando por la calle, son las cinco y media de la tarde, el día está un poco gris aunque con mucha luz, sus ojos se resienten sin gafas de sol. Hace buena temperatura, pero mucho viento, es primavera. No desea la lluvia aunque comprende que es necesaria y además está a punto de llegar abundantemente.
La sensación es de vértigo, de angustia. Ahora le pasa a menudo cuando está solo. En estos momentos más aun, puesto que va a volver a su pasado durante unas horas, a recoger algunas estanterías de su vida y meterlas en cajas de cartón. Tiene que hacerlo.
Es curioso que esta normalidad de tantos años ahora le cree una sensación de inseguridad. Ahora que sabe qué es esto, y no es acojone, aunque no sabe realmente qué es, cómo llamarlo, bueno si, tiene una idea: inseguridad, vacío, incertidumbre, pedacitos de soledad..., pero no se decide por ninguno de ellos. Aunque algo tiene que ser.
Antes, cuando estaba sólo no tenía esta sensación porque siempre tenía donde ir, donde guarecerse, un sitio cómodo para él, un hogar, rodeado de un montón de cosas que le transmitían seguridad, serenidad. Ahora no. ¿Será eso lo que le falta? Cree que si. Entonces, ¿cómo podría llamar a esa sensación? ¿Desarraigo?
Justo ahora se dirige a ese lugar para guardar algunos trocitos de su vida en cajas de cartón. Luego se los llevará a otro sitio, para más tarde, tranquilamente, hacer criba y guardar algunos de ellos en sus nuevas estanterías vitales. Otros irán a la basura. De alguno de estos últimos, seguro que se arrepentirá en el futuro de que hayan acabado así, pero no es buen momento para elegir y sin embargo hay que hacerlo.
Se dirige a ese lugar donde antes encontraba seguridad y ahora, solo de pensarlo, siente todo lo contrario. Eso es lo que incrementa esa sensación familiar de vértigo y angustia que siente a menudo cuando está sólo.
Se da cuenta, o eso piensa en ese momento, que tiene que conseguir saber qué es lo que quiere encontrar, porque es imprescindible para intentar buscarlo. Luego el problema será cuanto puede costarle, pero eso será después. Quizás solo sea que no hay que buscar nada, que sólo es necesario dejar pasar el tiempo y de repente un día se encuentre con que lo tiene. Posiblemente sea que el ocupar las estanterías de su nueva vida sea un proceso lento. Y entonces se pregunta, ¿mientras tanto?
Aguantar. Apretar el culo y aguantar. ¿Quien dijo que iba a ser fácil?
La recompensa merece la pena ya. Eso es lo que le ayuda.
El trozo de tarta.
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