Un amanecer es uno de los motivos por el que
merece la pena vivir, porque si no se vive no se pueden ver ni sentir esos
momentos tan bellos.
Ahora, durante las vacaciones de verano puede
ser una gran oportunidad para disfrutarlo.
Porque no valen esos amaneceres después de
toda la noche sin dormir, no, estaríamos cansados y con los sentidos medio, o
totalmente, atrofiados y nuestro espíritu, si es que aun queda algo de él, aletargado
debido al consumo de alcohol.
No, tiene que ser que una mañana nos peguemos
el madrugón después de una dormida normal. Hay que levantarse un cuarto de hora
antes de que anochezca o el tiempo necesario para poder acercarnos a un sitio
idóneo. Los habrá que tengan suerte y ese sitio idóneo sea la terraza o el jardín
de su casa.
Yo me echaría un poco de agua en la cara para
despejarme y quitarme las posibles legañas y luego me tomaría un café. A partir
de ese momento ya estoy dispuesto.
Si estuviera en un lugar de la costa del
levante me iría a la playa, si la terraza de mi apartamento o de mi hotel da a
la playa, ya está.
Si estamos en el campo, a ser posible, me iría
a un lugar donde hubiera un horizonte de montañas, en forma de sierra. O a un
lugar en el que las copas de los árboles choquen contra el cielo por el lugar
que va a salir el sol.
Si estoy en Madrid, estoy jodido. Si hay un
gran parque cerca, al parque. Si no, a la calle. A la calle más ancha y
tranquila que tengamos cerca.
Notaremos un olor especial.
Un silencio ó un ruido especial, dependiendo
del lugar donde estemos.
Un frescor especial en los brazos, en las
piernas, en la cara.
Y siempre tendremos que mirar al cielo y al
horizonte. Si estamos en el mar, también miraremos al mar.
Colores azules, rosas y blancos. Verdes
oscuros en el monte. Grises en la playa. Cualquier cosa si es en la ciudad...
Olores a... no se, depende de donde estemos,
pero completamente distintos a los de cualquier otro momento del día.
Sensación de paz, pero sobre todo de hacer
algo distinto, de romper esa rutina que a veces nos ahoga, nos mata, nos diluye
en un mundo sin sentido y sin ilusión.
Y luego, con la sensación de paz y descanso
que nos quedaremos, nos vamos a casa, a acostarnos de nuevo, a dormir los que
puedan, a leer algo los que les apetezca o a, por ejemplo, tomarnos unos huevos
fritos con beicon, o con patatas, o con tomate.
Aprovechemos las vacaciones para hacer cosas
distintas, para sentirnos vivos, para disfrutar de esos momentos de los que casi
nunca nos acordamos.
A base de no disfrutarlos es posible que los
olvidemos y cuando esto suceda será algo parecido a olvidarnos de vivir.
Amigos: Felices vacaciones de verano para
todos.
Menos, ya sabéis, a los de siempre, las malas
personas, las que hacen daño gratuitamente, los intolerantes asesinos de
libertades, a esos... ¡que se jodan!!!
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