jueves, 26 de julio de 2012

Un amanecer en vacaciones


Un amanecer es uno de los motivos por el que merece la pena vivir, porque si no se vive no se pueden ver ni sentir esos momentos tan bellos.

Ahora, durante las vacaciones de verano puede ser una gran oportunidad para disfrutarlo.

Porque no valen esos amaneceres después de toda la noche sin dormir, no, estaríamos cansados y con los sentidos medio, o totalmente, atrofiados y nuestro espíritu, si es que aun queda algo de él, aletargado debido al consumo de alcohol.

No, tiene que ser que una mañana nos peguemos el madrugón después de una dormida normal. Hay que levantarse un cuarto de hora antes de que anochezca o el tiempo necesario para poder acercarnos a un sitio idóneo. Los habrá que tengan suerte y ese sitio idóneo sea la terraza o el jardín de su casa.

Yo me echaría un poco de agua en la cara para despejarme y quitarme las posibles legañas y luego me tomaría un café. A partir de ese momento ya estoy dispuesto.

Si estuviera en un lugar de la costa del levante me iría a la playa, si la terraza de mi apartamento o de mi hotel da a la playa, ya está.

Si estamos en el campo, a ser posible, me iría a un lugar donde hubiera un horizonte de montañas, en forma de sierra. O a un lugar en el que las copas de los árboles choquen contra el cielo por el lugar que va a salir el sol.

Si estoy en Madrid, estoy jodido. Si hay un gran parque cerca, al parque. Si no, a la calle. A la calle más ancha y tranquila que tengamos cerca.

Notaremos un olor especial.

Un silencio ó un ruido especial, dependiendo del lugar donde estemos.

Un frescor especial en los brazos, en las piernas, en la cara.

Y siempre tendremos que mirar al cielo y al horizonte. Si estamos en el mar, también miraremos al mar.

Colores azules, rosas y blancos. Verdes oscuros en el monte. Grises en la playa. Cualquier cosa si es en la ciudad...

Olores a... no se, depende de donde estemos, pero completamente distintos a los de cualquier otro momento del día.

Sensación de paz, pero sobre todo de hacer algo distinto, de romper esa rutina que a veces nos ahoga, nos mata, nos diluye en un mundo sin sentido y sin ilusión.

Y luego, con la sensación de paz y descanso que nos quedaremos, nos vamos a casa, a acostarnos de nuevo, a dormir los que puedan, a leer algo los que les apetezca o a, por ejemplo, tomarnos unos huevos fritos con beicon, o con patatas, o con tomate.

Aprovechemos las vacaciones para hacer cosas distintas, para sentirnos vivos, para disfrutar de esos momentos de los que casi nunca nos acordamos.

A base de no disfrutarlos es posible que los olvidemos y cuando esto suceda será algo parecido a olvidarnos de vivir.

Amigos: Felices vacaciones de verano para todos.

Menos, ya sabéis, a los de siempre, las malas personas, las que hacen daño gratuitamente, los intolerantes asesinos de libertades, a esos... ¡que se jodan!!!   
  

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