lunes, 23 de enero de 2012

Mañana soleada de domingo

 

Enero 2012, un hombre adulto pasea una mañana soleada de domingo por Madrid.

Está acojonao, ha tomado una de las decisiones más importantes y duras de su vida. Su cabeza bulle, parece a punto de explotar, pero eso es bueno, piensa, necesita cavilar,  necesita reflexionar sobre lo que sucede, necesita adaptarse a una nueva vida, a la vida que quiere… y todo lo nuevo acojona.

Al caminar el sol calienta la piel de su cara dándole ánimos vitales. Recuerda los dos últimos meses, las ultimas dos semanas, piensa en los dos últimos días, eso cura su angustia. La situación tenía que cambiar, no era solo inevitable sino imprescindible.

De repente se da cuenta de que lo que le acojona no es la situación sino algunas incertidumbres. Cuánto tiempo tardara su vida en volver a una situación de alguna estabilidad. Qué sucederá en el camino.

Y ahora, después, piensa en la generosidad, en la serenidad, en la sinceridad, en el calor, en la certeza de unos ojos, en la comprensión, en la tolerancia, en un futuro distinto y mejor que tiene que construirse poco a poco, paso a paso, con cuidado, para eso, justamente, para que sea mejor.

Y se serena, recobra fuerzas, retorna el ánimo, se recupera, está dispuesto a luchar, así ha sido toda su vida y así será.

Solo tendrá que reubicar algunas cosas en la estantería de su vida para hacer hueco a muchas más que vengan. Le espera un maravilloso trozo de tarta de queso.

Todo merece la pena, todo merecerá la pena, hay que luchar por lo que se quiere y por aquello en lo que se cree. La vida es eso. ¿Merece la pena vivir otro tipo de vida?

¿Alguien dijo que esto era fácil?

Si, él y no era cierto.

No es fácil pero lo conseguirá.
  
  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin palabras.
Un abrazo.