lunes, 19 de diciembre de 2011

NAVIDAD 2011

Era una mañana de diciembre, unos pocos días antes de Navidad.

Una mañana preciosa de sol, aunque fría, muy fría, de esas que en las calles de su ciudad la gente caminaba con una bufanda tapando la boca, no solo el cuello, y los que iban sin ella exhalaban ese humo blanco tan sano.

Pero no le apetecía salir, últimamente las navidades se había convertido en una época en la que parecía que lo único importante era comprar, y luego comprar y después comprar.

Coches por todos los lados, gente por todos los lados. ¿Qué fue de aquel espíritu navideño?

Notaba a su alrededor grandes preocupaciones. Sólo quedan 5 días y no he comprado el regalo de papá noel de... No voy a llegar a reyes, no tengo ni idea de donde poder encontrar...

Eran grandes preocupaciones que no entendía. ¿No sería mejor preguntar a todo el mundo qué era lo que quería? Se apuntaba, se iba, se compraba y todo en un día, quizás en una mañana. Y el resto del día se podría dedicar a estar con la familia, con los amigos, pasear por la calle, tranquilamente, ¡qué cosa!, tranquilamente, disfrutando del frío, de los adornos navideños, del ambiente navideño... de verdad.

Buscar un regalo sorpresa para alguien supone no poderle dedicar tu tiempo, -se decía-. No estar con él o con ella. No le merecía la pena. No le gustaba entrar en ese juego, pero, al final, siempre tenía que entrar.

Le gustaba pasear una mañana como esa por la Plaza de la Paja. Pararse un momento. Quedarse quieto, en silencio. Escuchar lo que decía esa plaza. Quizás un villancico lejano saliendo de una ventana. Quizás el sonido de unos barriles de cerveza rodando por el suelo de un bar cercano. ¿Unas campanas sonando en la iglesia de la calle de abajo? Los pasos de una pareja enamorada y amarrada que pasaba por su lado. El aleteo de unos pájaros...

Le gustaba regalar tiempo, y una sonrisa y escuchar, escuchar lo que la persona con la que estuviera le dijera. Si es que quería decirle algo.

Cómo tendemos todos a hablar y qué difícil nos resulta, a menudo, escuchar.

Todo es sencillo. La vida es sencilla. Somos nosotros los que la complicamos algunas veces.

En cualquier caso sabía que todo el mundo no pensaba así, y estaba bien. Todo el mundo tiene derecho a sentirse bien y su manera no tenía porqué ser la correcta.

Una cosa, para finalizar: Salió y disfrutó.

 

¡Feliz Navidad a todos mis amigos y amigas!
No olvidéis nunca que siento un gran cariño por vosotros. 
    
    

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