jueves, 28 de febrero de 2013

Cotidianidad.



Buscó nerviosamente en ambos bolsillos de su abrigo, luego en los pantalones, de nuevo volvió al abrigo, empezaba a agobiarse, finalmente las encontró, estaban allí, en el bolsillo derecho. Respiró profunda pero no relajadamente. Sacó el llavero e introdujo una de las llaves en la cerradura, un par de sonoras vueltas y la puerta se abrió.

Estaba cansado tras un día de trabajo y lo que más le apetecía era abrir el frigorífico para sacar una lata de cerveza. En la encimera había un plato con unas cuantas naranjas y alguna mandarina, las miró y pensó que quizás sería más sano tirar de ellas, pero mientras lo pensaba su mano izquierda ya había abierto la nevera y en la otra tenía una lata de cerveza fresquita, fresquita, muy fresquita.

Cogió un vaso y se dirigió con ambas manos ocupadas a la salita. Se sentó en el sofá y volcó el contenido de la lata en el vaso.

Encima de la mesita estaba el mando a distancia de la televisión. La encendió. Un grupo de gente estaba gritando alborotadamente y diciendo tonterías acerca de una famosilla que curiosamente no estaba en el plató. Banalidades que no le interesaban, es más, le incordiaban. Cambió de canal, más tonterías. Volvió a cambiar, una película muy antigua. Apagó la tele.

Llevaba el vaso de cerveza por la mitad cuando se levantó y se acercó al ordenador personal, revisó su correo electrónico y entró en el par de redes sociales que frecuentaba. Para cuando se levantó el vaso de cerveza estaba vacío.

¿Y ahora qué?

Recordó que tenía que comprar leche y azúcar, pero no le apetecía nada salir a la calle.

Salió y se acercó al supermercado que había en una manzana contigua. Hacía un bonito día de sol invernal. En la puerta del super estaba la mujer indigente, o no, que nunca se sabe, de todos los días.

- Buenas tardes -dijo la mujer-.

La contestó, pero no hizo gesto de sacar una moneda. Pasó los tornos, cogió una cesta y fue directamente a los pasillos del azúcar y de la leche. Enseguida estaba en la caja pagando. A la salida volvió a saludar a la señora que pedía y se dirigió al estanco pues, aunque aun le quedaban algunos, iba a quedarse pronto sin cigarrillos.

En el escaparate del estanco había varias bolsas de tabaco de liar de distintas marcas y unos paquetillos de papel para hacer los cigarrillos. También había pitilleras de distintos modelos y bonitas cajas para llevar el tabaco de liar. Estuvo echando una ojeada a todo. Echó en falta maquinitas de liar cigarrillos, sobre todo de las de rodillos, por las que últimamente estaba interesado. Entró, esperó su turno y compró un paquete blando de L&M azul, cuatro euros.

¿Qué sería de Juan Ramón? Hacía bastante tiempo que no hablaba con él. Ricardo le había contado hace unos días que tenía problemas familiares, a su padre le habían ingresado en el hospital y andaba bastante liado con eso y su trabajo. Llevaba el móvil en el bolsillo y decidió llamarle mientras regresaba a casa.

Cuando volvió a sacar el manojo de llaves para abrir el portal de la calle ya sabía que a Juan Ramón tenía que llamarle frecuentemente para preguntarle como le iba. Los problemas que tenía eran importantes y aunque quizás pronto todo se resolviera bien, ahora mismo estaba un poco agobiado.

De nuevo en casa se le ocurrió que quizás lo mejor que podría hacer era preparar la cena. En realidad había poco de donde tirar: pasta, arroz, embutido, queso, algunas latas y algún congelado. Se trataba de cenar algo ligero, así que se decidió por el arroz con algo... Al cabo de una hora ya había cocinado, puesto la mesa, servido la comida, cenado y recogido.

Estaba con ganas de poco, así que se tumbó en el sofá y se puso a mirar la televisión. Era lo más fácil y cómodo. Buscando con el mando encontró una película de acción de hace unos años en la que se quedó. Lo siguiente fue despertarse con una conocida sensación de somnolencia y relajación muscular. Había que irse a la cama, el día siguiente era laborable y tenía que levantarse temprano, no mas tarde de las seis y veinte.

Eso hizo.      

José Ignacio Lapido dice en su canción que existen rincones secretos en el alma. En realidad existen rincones incomprensibles, incluso para nosotros mismos.
  

martes, 19 de febrero de 2013

NEOLIBERALISMO, él es el enemigo



Hace unos años, no sé cuantos, la política y los políticos se dedicaban a eso, a la política.

Podemos definir la politica, si os parece, de estas dos formas:

A. f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.
B. f. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.

Ambas están contenidas en Diccionario de la Lengua Española de la RAE.

La economía estaba supeditada a la política. Existía un ministro de hacienda, o incluso de economía, en el gobierno. El gobierno dictaba normas para el funcionamiento económico, para que la economía del estado se ajustara, en la medida de lo posible, a las necesidades de los ciudadanos y de los sistemas productivos del país.

Teóricamente todo era como debía ser. Los ciudadanos elegían un parlamento, el parlamento elegía un jefe de gobierno que a su vez elegía unos ministros para montar un gobierno. Entre el gobierno y el parlamento se dictaban leyes y normas para el funcionamiento económico. El empresario tenía derecho a ganar dinero con su negocio y todos los ciudadanos tenían derecho a un trabajo y un modo de vida digno. Luego estaba la realidad en la que, quizás en muchos casos, todo ello no se cumplía. Pero las reglas del sistema eran sanas y equilibradas.

Con la llegada y posterior triunfo, mediante golpe de estado, del neo-liberalismo, todo esto ha cambiado. El dinero fluye libremente por todo el mundo a la velocidad que desea el que lo tiene. Para el neo-liberalismo solo importa que el que tiene dinero cada vez tenga más, es el principio de todo, es lo único importante. El resto llegará como consecuencia de lo anterior, incluido el bienestar de los ciudadanos

La economía se mueve a ritmo de los intereses de los neo-hiper-capitalistas, las grandes fortunas, las multinacionales y las grandes corporaciones. Los gobiernos, los estados ya no tienen control sobre ello.

Han triunfado los postulados neo-liberales, el único poder existente es el del dinero, no existe el poder político. El dinero elige qué política económica debe tener cada estado, la soberanía ya no reside en los ciudadanos. Lo importante es que cada país tenga una "masa" (así llaman ahora los neo-liberales a los ciudadanos) productiva muy barata, muy manejable y siempre disponible. Los derechos ciudadanos, y en algunos casos hasta los derechos humanos, han dejado de tener importancia.

Lo importante, según los postulados neo-liberales, es que cada país sea muy competitivo mediante salarios de mierda y derechos laborales inexistentes. Todo para atraer al dinero. Despido fácil y gratuito, horarios laborales indefinidos, pocas vacaciones anuales o si es posible ninguna, sueldos bajos, derechos laborales y sociales inexistentes, impago o reducción de impuestos, cesiones de terrenos, leyes especiales, etc...

¿Os suena EUROVEGAS?

Todo eso acompañado de una enorme facilidad para el traslado del dinero de un sitio a otro. Ahora monto mi negocio aquí porque me interesa, pero si dentro de tres meses encuentro algo más barato en otro sitio y un estudio económico me dice que obtengo un beneficio si me traslado, pues lo hago y ya está. ¿Que más da si dejo en la calle a 100, 1.000 o 10.000 trabajadores? Ese no es mi problema, mi problema es que mi negocio funcione. Y si mi negocio funciona, todo funciona.

¿Entendéis?

Puedo hasta ver lícito ese tipo de pensamiento: "Lo único importante para mi es que mi negocio funcione". Puedo entenderlo.

Lo que no puedo entender es que un país no pueda poner límites a ello mediante leyes o normas dictadas y vigiladas por los representantes de sus ciudadanos: Parlamento y Gobierno.

Pero, claro, ya sabéis, y si no sabéis os lo digo yo: Hoy en día nos gobiernan los postulados neo-liberales, o sea el dinero. Es como el póker, el que más tiene siempre gana y el que tiene poco, ni siquiera puede jugar.

También entiendo que haya una nano-minoría que es la que realmente tiene dinero en cantidad y que debe defender estos postulados neo-liberales.

Luego hay una micro-minoría que trabaja muy cercanamente para los anteriores, con unos grandes sueldos y ventajas sociales enormes. De verdad que puedo entender que defiendan este tipo de postulados. Es su trabajo.

Existe otra micro-minoría. La de aquellos que su cerebro no les da para más y se tragan toda la propaganda generada por los anteriores en los medios de comunicación. Se lo tragan de tal manera que llegan a creérselo de buena fe. Lo puedo entender.

Lo que no puedo entender, me es imposible, es que haya una gran mayoría de ciudadanos que esté apoyando, desde hace ya demasiado tiempo, estos postulados neo-liberales. Lo está haciendo votando a partidos como PP, PSOE, CIU, PNV o UPyD entre otros.

Tampoco entiendo que un gran partido como el PSOE, con la vieja y anticuada "O" de obrero, se preste y apoye este tipo de políticas como lo ha estado haciendo durante los 8 años Zapatero.

Algo habrá que hacer ¿no?

¿No será mejor no votar que votar mal?
¿No será mejor autodefinirnos como antisistema que apoyar el neo-liberalismo?
¿No será mejor echarnos a la calle a apoyar al ciudadano de al lado que quedarnos en casa apoyando los postulados neo-liberales?

Pero lo que es absolutamente necesario es que todo el mundo sea consciente de la amenaza neo-liberal para este mundo que hemos conocido, que ya casi no conocemos y que nos puede llevar a una nueva Edad Media en pleno Siglo XXI.

Si somos conscientes del peligro, sabremos claramente quien es nuestro enemigo y quizás aun podamos reaccionar a tiempo.  
  
  
        

lunes, 11 de febrero de 2013

El padre y el amor


El hombre que custodió discretamente el viaje del niño, su primera experiencia solo en la vida. El que observaba desde la esquina cómo finalmente compraba regaliz en el puesto de chucherías antes de entrar al colegio. El que a continuación pudo irse tranquilo a trabajar.

El que siempre cuidó que nunca le faltara nada. 

Falleció ayer diez de febrero a las nueve y diez de la mañana.

Ese niño, que ya no lo es, recordará siempre sus abrazos.