jueves, 24 de mayo de 2012

Andalucía


 
 Volvió a ver y sentir lo que esperaba: calor, tolerancia, ritmo lento, calor, acento andaluz, algo de pijerío excesivo en algunos ambientes, cielo azul, colores vivos, calor, rebujitos (que no le gustan), coches de caballos, playas con agua fría, calor, frituras ricas, noches templadas, cielo estrellado en el campo, abanicos, calor, sensación de bienestar en parte producida por ese calor...

Una niña de dos años con traje de volantes y peineta.

Un grupo de tíos con chaqueta ó traje y corbata, como pinceles, a las tres de la tarde y treinta y ocho grados a la sombra. La corbata bien apretá al cuello de la camisa.

Musha muhé con traje de volantes marcando talle y culo hasta por lo menos la rodilla.

Caló, musha caló y tierra amarilla como la de las plazas de toros.

Casetas de feria, cada una con su barra y con sus mesas. Unas más poderosas, otras más humildes. Todas con comida y bebida. Unas con música, otras calladas. Unas con actuaciones en directo. Unas con gente bailando, sevillanas o lo que sea. Unas con aire acondicionado, otras con ventiladores, algunas con nada, sólo calor.

Noche de vuelta con rotondas con controles de alcoholemia, carreteras oscuras, sueño, caminos de tierra, cruces en los que tener que elegir, equivocarse y volver, por fin llegar, cielo lleno de estrellas, cama en dormitorio sin puerta. Sueño.

Despedida y viaje. Despiste. Recorrer ciento cincuenta kilómetros para llegar a una ciudad que está a cincuenta. Despedida de una amiga. Hotel bien situado y cómodo. Comidita en la calle, en una terrcita al lao del hotel. Siesta fresquita y ducha. Cervecita y paseo con la fresca. Cena en La Viña, en El Tío de la Tiza.

Una ciudad con calles estrechas para pasear con brisa y con sombra, rodeada de mar por el noventa y cinco por ciento de su perímetro. Plazas recoletas en las que sentarse a cenar algo con la fresca. Una catedral de estilo ¿bizantino? en la que hay que pagar para visitarla, ¿no damos suficiente dinero a la iglesia católica española? ¡que bien haber marcado, hace poco, lo correcto en la declaración de la renta de 2011! El lugar donde nació la Pepa, la constitución de 1812. Calles con tiendas modernas, de moda, pero sin edificios modernos. Casas de estilo colonial, bastantes. Habrá que volver, se está muy cómodo.

Una playa tranquila. Un restaurante de playa con terraza, al calor, y cervecita viendo el mar y sintiendo la poca brisa que había. Dos esterillas recién compradas. Ninguna toalla. Un paseo hasta las rocas de la derecha pisando el final de las olas. La vuelta incierta pues todo parecía igual, ¿cual será ella? Comidita ligera, pues hay que alimentarse y que no entre el sopor. Lectura del Marca sobre la esterilla. Sol y brisa sobre nuestra piel y un poco de protector solar.

Un comentario final: “todo se acaba, pero que nos quiten lo bailao”

     

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cruce de caminos.

 

Dos caminos, dos carreteras se cruzan. Eso significa que parten de puntos distintos y, por supuesto, finalizarán en puntos distintos.

Aunque eso nunca se sabe. Puede no ser cierto. Es posible que partan del mismo punto y finalicen en el mismo punto solo que recorran caminos distintos.

Me gusta pensar en ello. Un conejo, ¿porqué un conejo?, no lo se. Bueno, el conejo sale del punto de partida y ve dos veredas, toma la de la izquierda, su destino es seguir esa senda. Pero de repente llega al cruce de caminos y decide tomar la otra senda, la otra vereda.

Continúa por ese otro camino hasta llegar a su fin, que es el mismo al que le conducía el otro. Es el camino de su vida.

Qué importa lo que hubiera en las otras sendas. Da igual. No importa. Lo único importante es lo que ha sido, lo que ha ocurrido, lo que el conejo ha vivido. También lo que es ahora mismo y lo que será, todo su recorrido hasta llegar al final.

Los otros caminos, esos recorridos no utilizados, son hipótesis. Siempre lo serán, nunca serán una realidad y lo que no existe ni existirá nunca tiene muy poca importancia. No importa nada.

En cada momento, en cada decisión, estamos en un cruce de caminos. Elegir es nuestro derecho, es nuestra necesidad.

Todos los días tenemos muchísimas oportunidades para elegir, ¿por qué nos crea tanta presión a veces el riesgo de equivocarnos? Es absurdo, ese riesgo lo tomamos decenas de veces al día, o quizás centenares, no se. Hay que razonar y elegir la opción que más nos guste, o la que nos parezca mejor, otras veces elegiremos la menos mala. Y luego arriesgarse, tomar la decisión que hemos acordado con nosotros mismos.

Otras veces, directamente no decidimos, ¿por qué? Seguimos el camino que va cuesta abajo porque es más cómodo. Es fácil echar la culpa al destino, aunque en realidad no es así. Es la comodidad de no pensar, de decidirse por lo más fácil. Eso se llama desidia. No, no hay que ser desidioso, tenemos que intentar ser dueños de nuestro destino.

Vivir también es eso. Vivir en libertad, o en el mayor nivel de libertad que podamos tener y que nos permitan.

Cuanto más podemos elegir, mayor es el nivel de libertad que tenemos. Seamos conscientes de ello. Hay que ver la parte positiva de las cosas. Tenemos que conocer que ser libres no es gratis.

Sigamos pensando, sigamos tomando decisiones, que nadie se acojone, al revés, vivamos la alegría de poder hacerlo. Seamos libres, seamos responsables, seamos valientes.
   
   

martes, 22 de mayo de 2012

El guiri y la taberna.

 


- Oiga, lo que yo quiero es una copa de Oloroso.

- No se qué es eso, aquí el único vino dulce que tenemos es el de consagrar.

- No, no es eso, yo querría una copa de Oloroso, es un vino de Jerez.

El guiri, que habla español muy bien y con muy poco acento, se desespera. Cree que se equivoca, que no lo está pronunciando bien, insiste porque él lo que quiere es probar un tipo de vino dulce de Jerez que se llama Oloroso. Lo ha leído en su guía de Madrid y le apetece probarlo, no quiere irse sin hacerlo.

- Tiene razón -dice a la camarera uno de los parroquianos que pasan por allí-, el Oloroso es un tipo de vino dulce de Jerez.

- Pues entonces no tenemos, el único vino dulce que hay es el de consagrar, esta frasca.

- Mira, lo siento, no tienen Oloroso -dice el parroquiano al guiri-. Si quieres vino dulce, te puede poner un poco de esa frasca. Pero ten cuidao porque normalmente esos vinos son muy cabezones, se suben mucho a la cabeza, porque suelen ser muy malos.

- No, no quiero de la frasca. En todos los demás sitios me han querido poner una copa de Fino, pero no es lo mismo. Hasta ahora no he encontrado ningún sitio que tuvieran Oloroso, yo pensé que sería más fácil encontrar ese tipo de vino en España... El Fino es seco y yo no quiero eso.

- Pues mucho me temo que como no vayas a un bar muy bueno o en algún restaurante también bueno, no lo vas a encontrar. Aquí tomamos los vinos secos, como el Fino, en el aperitivo. Muy frío con unas aceitunas verdes está buenísimo, antes de la comida. Pero los vinos dulces, como el Oloroso, se suelen tomar con los postres. Muy posiblemente en un buen restaurante puedas beberte una copa de Oloroso con una tarta de almendras, por ejemplo.

El parroquiano no tiene muy claro si el guiri le ha entendido o no, le mira y le ve como inasequible al desaliento. Erre que erre quiere tomar una copa de oloroso pase lo que pase.

Al cabo de un momento y cuando ve que allí ya no tiene nada que hacer, coge de la mano a su chica, que ha estado viendo y escuchando todo lo ocurrido con la mayor cara de aburrimiento que se pueda uno imaginar, y se va hacia la calle. Se pierden cuesta arriba mirando todos los bares por los que pasan.

¿Podrá finalmente tomarse una copa de Oloroso antes de volver a su país? ¿O tendrá que ir a El Corte Inglés a comprarse una botella? 

Qué cositas. Claro, la camarera rumana no tiene ni pastelera idea de qué es un Jerez Oloroso. Así poco a poco vamos a perder trocitos de identidad.

No es que sea algo vital, la rumana tiene que trabajar, pero a la larga si será algo importante. Vamos perdiendo cosas nuestras a la vez que tomamos cosas de fuera. Lo segundo está bien, pero no me gusta lo primero. ¿Porqué tiene que ser así?

   

Big Boy - Mis Ojos Lloran Por Ti


¿No os encanta?



A mi sí.
 
   

lunes, 21 de mayo de 2012

Noche de primavera en Madrid



Viernes, noche de primavera en Madrid.

Se encuentra en una taberna famosa, antigua, más que antigua vieja, céntrica, algo cutre, zona de Tirso de Molina. Un grupo de amigos, doce y faltan algunos, se han juntado para tener un detalle, para agradecer, para hacer un pequeño homenaje a una pequeña enorme mujer con acento sevillano, ojos vivos, una inteligencia solo superada por su gran corazón y por el derroche de cariño que la desborda pues no la entra en su cuerpo.

Una mesa vieja de madera marrón muy oscura, casi negra. Bancos de madera corridos y banquetas que se mueven, todas. Paredes amarillas ¿de no pintarlas ni limpiarlas? Una cabeza de toro en la pared, cuadros de toreros, recortes de periódico enmarcados, una pequeña y antigua barra de zinc y detrás, además de estantes con multitud de viejas y picadas botellas de adorno, una chica marroquí muy cariñosa que siempre les trata como amigos, no como clientes y que en esos momentos está absolutamente desbordada por el trabajo.

Ella, la del deje andaluz, entra en la taberna con ese andar saleroso de siempre. Se dirige hacia la mesa y se da cuenta que hay más gente de la que se esperaba encontrar. Su cerebro rápidamente procesa que sentadas en esa mesa hay tres o cuatro personas que no espera, porque no es su día, un martes las esperaría, un viernes no. Algo pasa. Enseguida, antes de que la den los regalos, lo percibe y rompe a llorar con pucheros, intentando no hacerlo. Está a su lado y por eso la ve, está muy cerca. Por fin consigue cesar de llorar, abrir los regalos y se levanta dando un beso a cada uno.

Llegan el vino blanco, las cañas de cerveza, alguna clara y también alguna pequeña tapa, patatas bravas. Todos charlan sobre todo de lo sucedido el fin de semana anterior en la Feria de Jerez en la que han estado todos juntos. Hace mucho calor, pero eso tiene esa taberna. En la calle se está mejor, pero no es esa taberna.

Mientras todo esto sucede, mientras su amiga de acento sevillano disfruta de su fiesta, de su homenaje, de los lógicos sentimientos de agradecimiento y orgullo que está viviendo, detecta en ese lugar, en esa fiesta, varios tipos de cariño, los siente y goza con ellos.

En primer lugar el de la persona que ama, la que remueve su corazón y todo su cuerpo, la que hace que algunas veces llegue hasta perder su sentido común, algo que tiene que controlar.

También el de la amiga que conoce desde hace mucho tiempo, esa sevillana, de cuya amistad se siente muy orgulloso, persona buena e inteligente que vive la vida como hay que vivirla, con respeto con la gente pero sin otro freno que eso, ese respeto. La mujer guapa de los regalos.

El de esos amigos y amigas más cercanos, esos con los que se siente siempre bien, que tienen el don de ser su gente, personas cercanas y cariñosas y que al final siempre encuentra, siempre están ahí. La buena amistad. Esa que dicen que se cuenta con los dedos de las dos manos (o de una).

Luego el de esa familia que algún día será suya, sólo es cuestión de tiempo y paciencia por parte de todos.

El de la gente que conoce hace menos tiempo, que son distintos, que no son como los anteriores, pero con los que se puede pasar algo más que un buen día de fiesta, todos tenemos algún defectillo ¿no? Para eso está la tolerancia de todos, el fondo es bueno, son buena gente. Se siente también objeto receptor de esa tolerancia, de su generosidad.

Del resto, que aunque no han entrado todavía en su vida, llevan camino de hacerlo y por lo tanto a los que hay que abrirse.

Más tarde hay un bar de copas en Puerta Cerrada, charla, bailes, copas, risas y algún cigarrillo. Se une algún componente más a la fiesta.

Finalmente un sitio cutre, muy cutre, cutrísimo, de copas deleznables y buena música en la calle Bailen. ¿Porqué?, porque está cerca y abierto a esa hora de la madrugada, cuando ya han cerrado el bar de Puerta Cerrada.

Más baile, menos copas porque son asquerosas, más risas y alguna cerveza.

Pasadas las cinco de la mañana a casa.

A las seis menos cuarto se despide de la persona que quiere y a las seis en casa. Se acuesta y cae feliz en la cama.

Una noche de fiesta en primavera en Madrid, su ciudad, a la que tanto ama.

jueves, 10 de mayo de 2012

Códigos QR.


¿Sabéis lo que es un código QR? ¿no? ¿queréis saberlo?

Esto de aquí abajo es un codigo QR (Quick Response)

1.- Buscad en Google para saber que es.

2.- Cargaos una aplicacion en el telefono movil para leerlos. A mi me funcionan bien:

  • NeoReader
  • UpCode

Leed este código QR y... veréis qué sucede. Ya me diréis, ¿si? ¿me decis algo?




martes, 8 de mayo de 2012

El palo


     
Había un palo, tieso, alto, clavado en el suelo, con forma cilíndrica irregular, de unos cuatro centímetros de diámetro, era de color marrón claro y su superficie era suave aunque no perfectamente pulida.

Había gente a su alrededor, todos miraban hacia arriba, era un enigma porque el palo se perdía en una nube gris de forma que no se veía su final.

Estaba asentado en una gran llanura amarillenta, enorme. Solo se veían suaves montañas a lo lejos, contra el horizonte sureño. Y no debían ser tan suaves porque sus picos estaban todos manchados de blanco. Al norte estaba el poblado lleno de chozas de ladrillo rojo, desiguales en su forma aunque iguales en los materiales de construcción utilizados.

Los niños eran los que se mantenían más cercanos al palo tocándolo tímidamente primero y empujándolo y haciéndolo cimbrearse más tarde.

De repente, una mujer no demasiado corpulenta se adelantó y decidió trepar por el palo. Era morena de pelo y tez con cabellos muy largos y aspecto descuidado. Al principio le costó poco, pero luego cada vez más ya que el palo se doblaba con su peso haciendo que la ascensión le resultara muy incómoda. El palo comenzó a cimbrearse hacia un lado con el peso de la mujer, pero seguía sin verse su final. La parte de arriba del palo se puso casi paralela al suelo, pero no del todo, ya que se veía que muy lejos, muy lejos, el palo seguía finalizando entre las nubes. La muchacha comenzó a caminar sobre el palo como si se tratara de una funambulista.

La gente seguía mirando atónita, sin pestañear. Comenzaron a sentarse en el suelo y a sacar la merienda unos, el aperitivo otros. Gambas cocidas, fabes con gambones, lentejas a la plancha. Los papás comenzaron a preparar a los niños los consabidos bocadillos de cigalas, de merluza con cebolla y sobre todo los que más éxito tenían entre los niños, los de paella de naranja y chorizo.

En un determinado momento un tren atravesó el placido valle muy cerca del palo. La gente se sobresaltó en un primer momento pero enseguida comenzaron a aplaudir alegremente mientras duró su paso, o sea, muy poco.

La chica, de repente, a lo lejos, casi ni se la veía, consiguió introducirse dentro de la nube. Y fue justo en ese momento cuando la nube se diluyó y desapareció repentinamente y todo se llenó de la luz del sol y se vio como el palo se perdía en el horizonte sin poderse ver su final.

Después de todo quedó un bonito día.
     

viernes, 4 de mayo de 2012

Paradoja del cambio


Algunas veces nos empeñamos en cambiar las cosas y luego todo sigue igual.

Movemos, añadimos, quitamos, pintamos, lavamos, retocamos, apuntalamos, sacamos, metemos, cortamos, unimos, abrimos, cerramos, encendemos, apagamos, ...

Y al final... todo sigue igual.
  

2 x 2 + 2 – 2 / 2 = 2