viernes, 26 de julio de 2013

El trabajo


El trabajo es algo nuestro, es un activo que vendemos cada día. Si tienes un negocio, se lo vendes a los clientes. Si trabajas por cuenta ajena se lo vendes a tu jefe o empresario.

Pero es nuestro y tenemos derecho a intentar sentirnos orgullosos de él. Debemos eforzarnos para ello.

Tenemos derecho a disfrutar de él. El mismo derecho que el de sentirnos a veces agobiados por él.

No pasemos de ello. Reguemoslo todos los días. Esforcemonos por hacerlo bien.

Nos sentiremos mejor
   

viernes, 19 de julio de 2013

Auto-observación


A veces las cosas no son como a uno le gustaría que fueran.

A veces las cosas que hacemos no las vemos como realmente son, nos auto-observamos desde dentro, nunca desde fuera. El problema es que nunca sabemos cuándo ocurre, cuándo la visión sobre nuestros actos la estamos viendo distorsionada. Podemos estar felices y orgullosos con algo que hemos hecho y en realidad no ser tan perfecto ni bueno ni tan siquiera aceptable.

Lo peor es que la visión de las otras personas en la mayoría de los casos no nos vale.

Las personas más cercanas, las que más nos aprecian, pueden ver distorsionada esa visión de nuestros actos a causa  de sus propios sentimientos hacia nosotros, por lo que tampoco podemos dar por buena su opinión.

De un observador imparcial lo más probable es que no nos fiemos, y normalmente haremos bien puesto que no le conocemos.

Entonces, ¿que hay que hacer?

La verdad es que, aparte de ser humildes y actuar con prudencia, no lo se.
  
  
  

viernes, 5 de julio de 2013

Fábula de el jardinero y el marqués.

   


Érase una vez un jardinero que trabajaba en la finca de un Marqués. El Marqués tenía un gran jardín con zonas arboladas, parterres con todo tipo de flores, césped, setos, etc... todo muy bien cuidado por el jardinero con gran esfuerzo y dedicación.

Raúl, que así se llamaba el jardinero, trabajaba desde la madrugada hasta que se ponía el sol. Tenía muy poco tiempo para sus asuntos personales ya que el cuidado del jardín le ocupaba muchas horas diarias de duro y esforzado trabajo físico.

Raúl era un hombre inteligente y con inquietudes que no se reducían únicamente al espacio del jardín en el que trabajaba. Leía y se preocupaba por muchos aspectos de la vida, pero no les podía dedicar mucho tiempo.

Un día pensó que podría canalizar el agua desde la fuente pasando por todas las zonas de riego para que así, con sólo abrir un grifo se distribuyera por todas las zonas arboladas, parterres y setos no siendo necesario el riego diario. Dedicó tres meses de trabajo extra hasta que poco a poco lo consiguió. Esto le permitió tener entre dos y tres horas diarias libres pudiendo terminar un poco antes para irse a su casa o a sus asuntos.

El primer día que llovió, toda esa canalización se diluyó y quedó inutilizada, pero Raúl no se desanimó, lo que hizo fue dedicar otros tres meses a hacer una canalización duradera. Recogió montones de piedrecitas que aglomeró con cemento consiguiendo una canalización a base de piedras y cemento que resistiera al mal tiempo y a las lluvias. Al final lo consiguió.

Esto le animó, comprobó que las cosas podían mejorar y que gracias a ello se podían hacer con mejores resultados y menor esfuerzo. Disfrutaba pensando cosas para optimizar el mantenimiento del jardín.

Otro día se le ocurrió que podía hacer un tendido de tubos o mangueras de plástico para regar las zonas con césped. Al cabo de unos meses lo consiguió y descubrió de paso que había unas maquinitas que podían abrir y cortar del flujo de agua de un grifo a horas determinadas. Lo aplicó tanto al riego por aspersión para el césped como a la canalización para las zonas arboladas, parterres y setos.

Leyendo una revista especializada descubrió que existía un tipo de animalillos que si se soltaban por una zona de césped lo comían y lo dejaban como recién cortado con máquina. Compró dos parejas y al cabo de un año tenía un pequeño ejército que mantenía el césped en las mejores condiciones.

Cuando llegaba el otoño había que limpiar el jardín de todas las hojas que caían y un par de meses después hacer la poda.

No lejos de allí se habían asentado unas familias gitanas del Roquetestán, eran muy pobres y tenían que mantener una caterva de niños. Enseguida vio la solución para las familias: les llamaría para que limpiaran el jardín durante la temporada de la caída de las hojas.

Así fue, por una pequeña cantidad de dinero se pasaban una hora todos los días durante los meses de octubre y noviembre hasta que los árboles estuvieron pelados y ya no fue necesario su concurso.

Lo hicieron bien, por lo que también les llamó para que le ayudaran en las labores de poda. Fueron a echarle una mano, también por una pequeña cantidad, durante una semana de enero. Él mismo ponía esas pequeñas cantidades de su sueldo ya que era él el que se beneficiaba de ello.

El jardinero estaba muy orgulloso de su trabajo, tenía el jardín más cuidado de la provincia y había cambiado un tipo de trabajo basado el la fuerza bruta y el trabajo de resistencia física por uno más intelectual y de supervisión de que todo estuviera en orden y bonito, cuidado y limpio.

Así estuvo disfrutando durante un par de años hasta que un día el señor Marqués se enteró de lo que Raúl pagaba a los gitanos del Roquetestán y por otro lado se fijó en que todo estaba muy automatizado. Fue incapaz de ver algo más allá, ó sus ojos ó su inteligencia ó su capacidad de percepción no le dieron para más y decidió prescindir de los servicios del jardinero. Para el Marqués solo existía el trabajo físico, el resto era algo superfluo que se podía ahorrar.

Así que, mira por donde, la eficiencia de Raúl para su trabajo le llevó al paro y a la pobreza.

Es necesario también resaltar que un año después ese jardín no era lo mismo. Estaba menos cuidado, pero al Marques le era suficiente así, se había ahorrado unos cuantos maravedíes.

Hoy, diez años después, el jardín es un desastre. Los gitanos se fueron, los animalillos cortacésped se murieron poco a poco a causa de una enfermedad, los tubos que repartían el agua  se fueron quemando por el sol y los temporizadores que los manejaban o se han roto o se han quedado sin pilas y no funcionan. Las canalizaciones de cemento y piedras se han ido desgastando en unos casos o están atascadas en otros por falta de limpieza y todo está lleno de ramas secas y hojas podridas.

El Marqués ha ido a buscar a Raúl para pedirle que sea de nuevo su jardinero, pero se ha encontrado con que ya no está, después de casi tres años de penurias, pobreza y desmoralización, se tuvo que ir al país vecino y nadie sabe nada de él. 

Cada uno que extraiga su propia moraleja.


Y una ultima cosa: El país en el que vivían el señor Marques y Raúl era un país muuuuy antiguo, que estaba en el extremo sur occidental de Europa y que limitaba por el norte con Francia y por el oeste con Portugal. Nunca se distinguió por la inteligencia y honestidad de su clase dirigente.