martes, 2 de agosto de 2011

Fábula de la cigarra (el gobierno) y la hormiga (los mercados)


Érase que se era una vez un gobierno que era muy alegre y liberal y en el orden económico dejaba hacer lo que quisiera cada uno, porque en esos momentos lo que estaba de moda era eso, que no había que prohibir nada en lo relativo a la economía.

Económicamente todo iba bien en el reino en el que gobernaba, las arcas estaban suficientemente llenas y el gobierno podía dedicar sus esfuerzos a otros asuntos más políticos y menos económicos.

Aunque, eso sí, el gobierno obligaba a pagar los impuestos a los que tenían rentas del trabajo, que eran los que mantenían el reino. Lo hacía muy bien, porque era muy fácil vigilar y controlar a  los ciudadanos que trabajaban, que además nunca se quejaban.

Sin embargo, por diversos motivos, al gobierno le resultaba muy difícil controlar a los ciudadanos que tenían rentas del capital, sobre todo a los que tenían las rentas más altas. Es por ello que en un determinado momento había tomado la decisión de dejar de contar con ellos, les dejó en paz. No tenía tiempo ni ganas para estas cosas.

Nuestro gobierno, como ya hemos comentado, seguía la moda vigente en esos momentos de que la mejor manera de que el mercado funcionara correctamente era dejarlo libre, que cada cual actuara como le diera la gana. Excepto los mencionados anteriormente, los que tenían rentas del trabajo, que tenían que pagar sus impuestos, fueran los que fueran, sin rechistar.

Una de las consecuencias de esa política fue que las entidades de crédito concedieran prestamos libremente, sin limites, sin regulaciones, nada. Estos asuntos no los controlaba el gobierno, no tenía tiempo ni ganas.

Estaba mucho mas interesado en los problemas que tenía con algunos dirigentes de las regiones periféricas, que estaban descontentos de sus relaciones con el resto del reino. Eso le llevaba mucho tiempo y, además, le gustaba.

Así que empezó a suceder con bastante frecuencia en el reino que cuando algún ciudadano quería comprarse un piso de 300.000€ iba al banco o a la caja y pedía no solo 300.000, sino 350.000 para así poder comprarse además un BMW y pegarse unas vacaciones en un resort de lujo en las Maldivas (para celebrar la compra del piso y del BMW).

Posiblemente esa gente solo tuviera posibilidades económicas para comprarse un piso de 150.000€ con esfuerzo, pero como el banco les daba 350.000 y además le permitía pagarlo en 35 años... pues las cuentas les salían. Si no pagaban el piso ellos, lo pagarían sus hijos.

El gobierno no se enteraba de estas cosas, o si se enteraba, no las daba mayor importancia. El gobierno era feliz.

Pero hete aquí que de repente un año la economía comenzó a ir mal (?) y las gentes de ese reino comenzaron a no poder devolver los prestamos, porque volvió a producirse una situación casi olvidada, algo muy antiguo llamado paro, y porque además los negocios, las empresas, comenzaron a ir peor.

La gente, los ciudadanos, comenzaron a no ganar tanto dinero, algunos hasta dejaron de tener ingresos. Se sucedieron los impagos, poco a poco, cada vez más, y las entidades de crédito, como no recuperaban el dinero, comenzaron a tener mucho miedo de no poder responder a sus obligaciones, que eran entre otras devolver el dinero a sus inversores, clientes y acreedores. Es más, en muchos casos se vieron en la obligación de comprar dinero a otros (a crédito, por supuesto) para hacer frente a sus pagos.

Era una situación grave porque si la banca quebraba o se arruinaba, se paralizaría también el sistema que estaba establecido para que el dinero circulara, algo imprescindible para que pudieran acometerse nuevos negocios ó mantenerse los ya existentes.

El poco dinero que tenían las cajas y los bancos se lo daban a quienes estaban seguros de que se lo iban a devolver, y de esos había ya muy pocos, pero no importaba porque tampoco los bancos y las cajas tenían mucho dinero para dar...

Es importante en este punto, y después de todo lo relatado, clarificar que en este reino existía un sistema capitalista de libre mercado (aunque ya algunos lo habréis adivinado).

Así que el gobierno del que estamos hablando, pobrecillo, no le quedó más remedio de darse de bruces contra la cruda realidad. ¡Con lo feliz que vivía!

Tuvo que intervenir. Y lo hizo dando dinero del estado, de las arcas del reino, de los ciudadanos, de la gente, a las entidades financieras, para que pusieran de nuevo en marcha el sistema establecido para la circulación del dinero.

Pero sucedió algo que no fue muy positivo, y es que los bancos y las cajas no invirtieron ese dinero que les dieron en promover y mantener las empresas y negocios en apuros, sino que lo invirtió en tapar sus agujeros, o sea, devolver el dinero a quienes se lo habían prestado a ellos para pagar sus deudas anteriores. Debido a ello las empresas y negocios que quedaban comenzaron poco a poco a ir peor todavía. Muchas quebraron y con ello aumentó el número de ciudadanos sin trabajo, o sea, en paro.

Como el gobierno no controló este proceso, ¡pobrecillo, no estaba acostumbrado a controlar nada!,  cuando se enteró era ya muy tarde y no pudo hacer nada.

Cada vez había más gente en paro, o sea, cada vez había menos gente trabajando y como la mayoría de los impuestos que recaudaba el gobierno eran los de las rentas del trabajo, cada vez se recaudaba menos dinero para mantener el reino y a los que no tenían trabajo ni ingresos.

Por otro lado, una parte importante de los impuestos recaudados eran los que provenían del consumo. Pero el gobierno había aumentado los impuestos sobre el consumo y, claro, entre que la gente cada vez tenía menos dinero y que los impuestos eran más altos, cada vez se consumía menos, lo que tuvo dos consecuencias nefastas:

  1. La recaudación por impuestos disminuyó drásticamente.
  2. Al no haber consumo, aumentó aun más el paro.

Una consecuencia más de todo esto: El gobierno tenía menos dinero para utilizar en el pago de la deuda que había contraído (al dar ese dinero de forma tan generosa a los bancos y cajas con tan infructuoso resultado).

Sí, cuando el gobierno dio el dinero a las entidades financieras se encontró con que no había suficiente en las arcas del estado y tuvo que pedirselo prestado a algo que se llamaba "los mercados". Como consecuencia, el reino no solo era más pobre, sino que además tenía que pagar las deudas contraidas. Había comenzado a endeudarse y de una situación de endeudamiento no es fácil salir.

Pagar la deuda era difícil y costoso por los intereses. Los préstamos tenía que que devolverselos a "los mercados" al cabo de un año y si la cantidad recibida era 200, después de doce meses la cantidad a devolver eran 212.

Al cumplirse el primer año el gobierno se puso a juntar los 212, pero a pesar de buscar por todos los lados y rincones, solo encontró 112. Por lo tanto no le quedó más remedio que pedir de nuevo otros 100 (por supuesto a "los mercados") para asi poder devolverles los 212.

"Los mercados" dijeron entonces al gobierno que esta vez iba a tener que devolverles 109, no 106 como la vez anterior. Ponían sus condiciones, porque no eran tontos y se daban cuenta de que tenían en sus manos, no solo al gobierno, sino al reino entero.

Decían que aumentaban sus intereses porque no se fiaban que el reino les fuera a devolver todo el dinero que le habían prestado. En realidad era muy raro, porque si no se fiaban ¿porqué se lo prestaban?

Era el triunfo total de la especulación sobre el trabajo.

El caso es que sólo una muy pequeña parte de "los mercados" residía en el reino, el resto no se sabía quienes eran, pero su dinero estaba en unos países que se llamaban "paraísos fiscales" que tenían dos características muy importantes para ellos:

·         No cobraban impuestos, ni los iban a cobrar nunca, sobre las rentas del capital.
·         Mantenían en absoluto secreto las identidades de los dueños del dinero de "los mercados".

Ocurrió otra cosa, y es que los pocos ciudadanos del reino a los que aun les quedaba dinero, dejaron de tenerlo invertido en los valores de “la bolsa” del reino y se lo llevaron a “los mercados”, que como ya hemos dicho residían en los “paraísos fiscales”. Como consecuencia “la bolsa” del reino comenzó a descapitalizarse poco a poco, y el reino con ella.    

Así, de esta forma, poco a poco el trabajo fue desapareciendo del reino. La inmensa mayoría de los ciudadanos no tenía ingresos, ni trabajo, por lo que se convirtieron en pobres de miseria. Solo unos pocos, los que tenían dinero invertido en "los mercados", podían vivir. Eso si, no vivían dignamente, sino nadando en la riqueza y en la abundancia.

Sólo había dos clases sociales en el reino, los pobres de miseria y los super-ricos. Aunque esta situación duró poco.

Al poco tiempo la pequeña parte de "los mercados” que residía en el reino, los super-ricos, desapareció, ya que se fueron a vivir tambien a los "paraísos fiscales" donde vivían todos muy bien. Estos territorios eran muy pequeños, pero no importaba, porque ellos eran también muy pocos.

Mientras tanto el reino y otros reinos y republicas cercanos se convirtieron en "zona de miseria", donde la gente solo trabajaba medio esclavizada en compañías creadas y dirigidas por "los mercados" para conseguir las materias primas y alimentos que necesitaban los "paraísos fiscales".

El mundo tal y como era conocido en los antiguos tiempos desapareció, la pobreza, la miseria y la tristeza se extendió por todo el planeta.

Las personas ya no eran ciudadanos. Se convirtieron en mano de obra barata utilizada por "los mercados" que residían en los "paraísos fiscales".

Nuestro gobierno, desapareció, se diluyó, ya no tenía sentido. Nunca más hubo un gobierno como ese, elegido por los ciudadanos. Ahora gobernaban “los mercados”, que tenían todo el poder.

A partir de ese momento todo fue muy triste.
 

Comentario final.

Hay que reconocer que no toda la culpa fue de nuestro feliz y despreocupado gobierno/cigarra. Los ciudadanos, exceptuando un pequeño reducto de “indignados”, no fueron capaces de reaccionar masivamente y, como todos sabemos, las consecuencias fueron muy graves. 


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