lunes, 27 de agosto de 2012

Finales de agosto en Lavapies



Bodega Alfaro. Tres menos cuarto de la tarde de Agosto, a finales, día 27, lunes. Madrid sigue vacío. 

Un bar en la calle Ave María, esquina con la calle del Olmo. El tabernero es un cincuentón mal conservado o un sesentón bien, tiene una muy poblada barba y no es muy alto. Música de jazz que tararea de vez en cuando, suena un bonito saxofón. 

La caña es de Mahou a uno cuarenta. El local tiene cuatro puertas y está muy bien ventilado, cualquier brizna de aire entra y se queda dando una sensación muy agradable. 

Un chaval negro africano se acerca a la barra y pide un vaso de agua, el de la barba cerrada se lo da y dura exactamente un trago del adolescente. 

- ¿Me das otro?
- No, no hay que abusar. También puedes comprarme una botella ¿no? 

La cerveza está fresca y buena. 

- Tened cuidado con esos tres, se dedican a robar.

El jazz sigue sonando aumentando la sensación de tranquilidad del local.

- Dos cervezas.
- Espera un momento... Son dos cuarenta.
- No si las cervezas anteriores ya estaban pagadas, es que queremos otras dos.

El bodeguero sirve las dos cervezas y la señora de unos cincuenta y tantos se las lleva hacia afuera. 

Salgo, hay dos mesas y un tonel de madera al lado del que me fumo un cigarrillo. Suena un móvil.

- Hola, es que me salía número desconocido...
- No sé qué voy a hacer esta tarde, luego te llamo...

Es una chica de como treinta y tantos que está sentada en una de las mesas, en la otra está la señora de las cervezas con una amiga.

Enfrente, aparcada en la acera, hay una moto bonita, con un gran depósito pintado de color negro mate. No soy experto y me parece que pone Honda CB Seven Fifty.

Todo está tranquilo, muy tranquilo, hace sol pero no quema.

Es Madrid, es Lavapiés.
    
    
   

No hay comentarios: