lunes, 28 de enero de 2013

Respeto y autoridad

 


Hace poco estuve debatiendo con alguien sobre autoridad, un concepto que, no se porqué, cada día me gusta menos.

Debo reconocer que siempre he sentido animadversión y rebeldía hacia él, aunque luego pensaba que era un principio de convivencia necesario porque si no todo sería un caos, eso hacía que me doblegara un poco, pero nunca convencido del todo.

Poco a poco, según ha ido trascurriendo la vida, mi duda sobre su necesidad para una sana convivencia ha ido aumentando, de forma que cada vez me cuesta más doblegarme interiormente a la autoridad como concepto. Me rebelo contra ella, la detesto, aunque no consigo erradicarla del todo de mi sentido de responsabilidad ante la vida. Mi moral es estrecha.

Siempre he admirado, y valorado, mucho más, el concepto de respeto, quizás me ha parecido mucho más esencial para la convivencia. Lo he tenido claro de siempre, desde la adolescencia, aunque entonces más que un razonamiento era un instinto.

Mi respeto hacia el resto del mundo y del resto del mundo para conmigo.

La autoridad es imprescindible que vaya acompañada de respeto, pues la autoridad sin respeto se puede convertir en tiranía.

Pero el respeto, no es que no necesite de la autoridad, es que tiene tanto poder que puede hacerla innecesaria.

La autoridad se utiliza para controlar los peores sentimientos humanos.

Mientras que el respeto nace de los mejores instintos del ser humano y hace que la sana convivencia sea en un modo de vida. 

Demasiadas veces la autoridad subyuga y esclaviza al respeto y entonces la sociedad entra en crisis y se corrompe.

Definitivamente prefiero el respeto.
               
                  

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