viernes, 27 de marzo de 2020

Mi día de fiesta






Me gusta salir de casa para vivir. Cojo mi bolsa y bajo las escaleras. En el último tramo evito el tropezón. Es sábado mañana y la calle está llena de gente. Cuando aún no he llegado a la esquina de la cervecería se pone a llover. ¡Vaya! Ya sé, es necesario, pero lo odio. Carlos está metiendo barriles de cerveza de trigo. Nos saludamos. Nos caímos bien desde el primer día. Sigo caminando hacia el metro. La señora que pide en la puerta del supermercado se echa hacia atrás, a mi paso, nunca me había pasado. ¿Será para protegerse de la lluvia? Quizás, bueno me olvido, será cualquier cosa. Ya en la rotonda uno de los conejos que viven en la zona ajardinada central me levanta la pata saludándome, es el blanco, pero hoy no lleva el reloj, será porque es sábado. Cuando llego a la esquina del centro comercial diluvia. Entonces es cuando me doy cuenta: mi vida, hoy, se va chafando de esquina en esquina. Bajo las escaleras del metro deseando que no esté inundado. Mientras, el agua moja mis tobillos. Me alegro porque me gusta bucear en el metro, qué contradictorio. También me gusta lo inesperado y lo inverosímil. Ya en el vagón noto que el agua está un poco más sucia, cierro completamente la nariz y saco el móvil para mimetizarme con todos los pulpos y sirenas que van conmigo. Voy contento porque pronto estaré en el mar. Allí nos veremos amigos.



© Copyright de los textos, Alvaro Emilio Sánchez Tapia, 2020



Febrero 2020








No hay comentarios: