lunes, 3 de octubre de 2011

El otro Madrid

Ayer domingo paseaba por Madrid, la ciudad que amo como tantas veces he escrito en este blog. Vi cosas que me sorprendieron, así, de repente.

Vi cosas que no me gustaron en absoluto.

¿Como en una preciosa mañana de domingo limpia y soleada del mes de octubre me podía suceder esto? Mientras disfrutaba de una luz blanca y brillante con un cielo de color azul intenso, de la alegría de multitud de gente volcada por las calles, paseando tranquila y alegremente por el centro, por la zona que más me gusta.

Tenía que ser un error, un espejismo. Era imposible. Lo primero que intenté fue ocultármelo, como si no lo hubiese visto. 

Rápidamente me di cuenta de que si, lo había visto antes, no era mi primera vez. Es como si durante mucho tiempo, en mi afán de romántico enfermizo solo hubiera visto lo que deseara ver, mi querida ciudad no podía tener una cara fea.

Pero esta vez no lo podía dejar pasar, decidí que hoy tendría que describir esa situación aquí, en este blog en el que tanto he aireado mi amor por esta ciudad.

La primera visión desagradable, mucho, fue en la esquina de Plaza de España con la calle Bailén, el palacio que se ve en la imagen y que no se como se llama. En los bajos hay una zona medianamente escondida, no demasiado, no tanto como para que nadie la vea, en la que el suelo está sucio, negro, manchado de orín y donde el olor es inaguantable.

Palacio en la esquina de Plaza España con la calle Bailen. La flecha indica el lugar del hedor.
 
Luego, unas horas más tarde, por la calle que se llama Puñonrostro, en pleno centro, cerca del Mercado de San Miguel, el mismo panorama. Una calle estrecha, peatonal, con los restos de un reguero de color muy oscuro en el suelo y el mismo olor, aunque no tan intenso. 

Un minuto más tarde, en la calle del Doctor Letamendi, cajas de cartón por el suelo, mucha suciedad y un par de portones de garaje pintados de forma horrible por esos grafiteros a los que de una vez por todas habría que parar.

Calle Puñonrostro

Calle Dr Letamendi y portones de garage sucios.

Un panorama desolador de ese Madrid que no me gusta, que no amo.

Saco y comparto mis conclusiones:

·         Hay gente muy sucia disfrutando de mi ciudad, que quizás también sea la suya.

·         Nuestra autoridad municipal, con el alcalde a la cabeza, debería encargarse de reprimir a esa minoría de gente sucia. Tenemos una policía municipal con muchísimos agentes, con muchísimos medios y muy cara. Ya está bien que se machaque sin piedad a la gente normal a base de multas de tráfico y sin embargo se permitan actitudes así, como las de los que están destrozando la imagen y la higiene de nuestra ciudad.

·         Vivir en Madrid es muy caro, los madrileños pagamos unos impuestos directos e indirectos muy altos. Lo menos que deberíamos exigir tanto a nuestras autoridades municipales como al Sr. Gallardón, nuestro alcalde, es que se preocuparan mucho más de la limpieza de la ciudad. Que el servicio de limpieza municipal limpiara diaria y correctamente todos los sitios y rincones. Los domingos con más ahinco aun.

·         En Madrid, al contrario de muchas ciudades del mundo, no disponemos de aseos públicos. No se cual es el motivo. La gente cuando tiene necesidad de orinar tiene que hacerlo en su casa o en un bar. Los bares de Madrid solo permiten orinar en sus aseos, normalmente sucios y descuidados, a sus clientes, a aquellas personas que han consumido algo en su local.

Sr Gallardón, ¿alguna vez se planteará acabar con esta situación? Madrid y los madrileños nos lo merecemos.

Srs padres, ¿podrían enseñar a sus hijos que bajo ningún motivo se debe orinar en la vía publica?, aunque no les vea nadie...

Grafiteros, ¿podrían ustedes abstenerse de realizar esas sucias pintadas?

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