viernes, 1 de junio de 2012

El primero de mi galería de personas detestables.



Es mi intención comenzar hoy con una serie de entradas dedicadas a los que se dedican a perjudicar, robar, estafar, maltratar, fustigar, etc... a la sociedad en general, a los ciudadanos de a pie que pagamos nuestros impuestos porque no nos queda otra, porque nos tienen pillaos. Podría llamarlo "Galería de sinvergüenzas, golfos, estafadores y ladrones", algunos lo serán todo y otros quizás tengan que conformarse solo con una de las cosas.

Por favor, que el lector no se escandalice ni se mosquee ni se enfade, se trata únicamente, y nada menos que, de mi opinión y como ser humano libre tengo derecho a tenerla.

Es un placer para mi comenzar hoy con mi enemigo el actual ministro de justicia del PP. Con Albertito Ruiz Gallardón, el pijo.

Gracias a él hemos conseguido que esta ciudad sea mucho más cara que antes, no solo un poco, sino mucho más. De algún sitio hay que sacar los millones de euros necesarios para pagar su faraónica obra de la Calle 30. Sí, se que a mucha gente le parece bien mejorar la infraestructura viaria de Madrid. A mi tambien, porque en este caso beneficia, además, a mucha gente de todas las capas sociales. A mi solo me parece fatal que nos hayamos gastado tanto, que habría que haber controlado más el gasto (y los plazos de la obra, que tampoco tuvieron ningún control) y que habría que haber hecho algo más baratito. Recordemos todos que se trata de dinero público que hemos puesto y vamos a poner entre todos.

También consiguió que las zonas ricas de Madrid estén muy bonitas, más aun, y las zonas deprimidas en un estado lamentable. Realizó unas obras innecesarias en la calle Serrano y en la plaza de Colón mientras los barrios periféricos están llenos de baches, grietas y hasta agujeros. 

Como él es motorista, en esta ciudad las motos pueden llenar las aceras sin pagar en las zonas controladas y en las incontroladas.

Los aparcacoches de los restaurantes llenan de vehículos en doble fila zonas enteras de la ciudad. No importa, no hay problema, con eso hay mano ancha.

No hablar de su despachito en el edificio de Correos en la plaza de La Cibeles...

Ahora nos ha dejado a los madrileños para encargarse de los españoles. ¡Pobres! se van a enterar de lo que vale un peine.

Y todo ello con una sonrisa en la boca y con cara de no haber roto un plato en su vida.

Para mi este entra en la categoría de sinvergüenza y golfo, lo otro me parece más extraño en su caso.

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