Todo era gris sucio, metalizado, frío.
Tú sabrás porqué.
La gente paseaba cansada, agobiada por el
calor bochornoso de la tarde. Sus cuerpos se deformaban ligeramente por esa
sensación de fatiga y hastío. Se notaba sobre todo en sus caras, en sus
movimientos, en su forma de caminar.
Todo ello lo percibías, lo sentías, pero en
ese momento no te afectaba, bastante tenías con lo tuyo. Lo que es cierto es
que no te ayudaba.
El caminar al lado de una persona serena te dio
serenidad, casi paz. En esos momentos algo así no tiene precio.
Tu instinto te guió e hiciste bien, ahora
sabes que lo harás bien muchas veces más. Es como si alguien te alimentara de
algo elemental y necesario. Pero en este caso se trató de una aportación
generosa y callada de energía positiva, un chute directo al estado de ánimo. Te
abasteció de la tranquilidad necesaria para sentirte de nuevo como una persona,
arrojar los agobios, ya falsos o reales, para dejar de ser un trapo triste y
desmadejado.
Bastaron muy pocas palabras, solo unas pocas frases intrascendentes. Bastó con la cercanía, con el caminar juntos.
Nunca sabes quien te va a ayudar a salir de
una situación así, es más, no sabes si vas a recibir alguna ayuda, siquiera
piensas en ello. En este caso fue un regalo de quien menos lo esperaste.
Alguien que tiene ese don.
Gracias, pensaste, le debo una aunque quizás
nunca sepa lo que hizo.
Ahora solo te queda esperar no haberla robado
esa energía, no haberla perjudicado privándola de ella. Es lo menos que la debes.
2 comentarios:
A veces no necesitamos ni palabras para sentirnos reconfortados, es más, muchas veces las palabras estropean los detalles.
Un escrito tan real como la vida misma, hay cosas que sólo se valoran justo en momentos determinados.
Me gustan estos escritos naturales, están cargados de un fondo muy rico en matices escrito en aparente sencillez.
Un abrazo.
Gracias _mag_.
Un beso.
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